Meta prevé un futuro sin pantallas en la mano
Mark Zuckerberg, fundador y CEO de Meta, está convencido de que las gafas inteligentes reemplazarán a los teléfonos móviles en menos de una década. Su visión va más allá de proyectar notificaciones: busca transformar la forma en que interactuamos con la tecnología, liberándonos de tener que sostener constantemente una pantalla y cambiando incluso la postura física con la que nos relacionamos con los dispositivos.
Las Ray-Ban Stories y las más recientes Ray-Ban Meta ya representan los primeros pasos. Estas gafas permiten grabar video, escuchar audio, traducir en tiempo real y mostrar información con realidad aumentada. Si bien estas funciones facilitan la comunicación y los desplazamientos, también abren un debate ético: será más difícil distinguir entre lo real y lo digital.
El desgaste del mercado móvil impulsa el cambio
Zuckerberg basa su estrategia en datos del mercado. Las ventas de smartphones llevan años estancadas, los lanzamientos anuales presentan innovaciones mínimas, y los consumidores ya no reemplazan sus dispositivos con la misma frecuencia. La tendencia actual apunta hacia la durabilidad y una mayor relación calidad-precio, lo que abre la puerta a tecnologías disruptivas que ofrezcan un valor añadido.
En este contexto, las gafas inteligentes surgen como una alternativa lógica: ligeras, siempre activas, conectadas, con autonomía suficiente para realizar tareas cotidianas como enviar mensajes, hacer llamadas, tomar fotos o navegar por internet. El objetivo final es claro: hacer que el teléfono sea prescindible.
Una apuesta millonaria para liderar la próxima era
Meta está invirtiendo miles de millones de dólares en su proyecto de realidad aumentada, conocido internamente como Orion AR. La compañía quiere liderar la próxima era informática y reducir su dependencia tecnológica de Apple o Google. Aunque actualmente las gafas inteligentes son costosas y aún limitadas en capacidades, la visión de Meta es a largo plazo: reducir costes y alcanzar una adopción masiva en un plazo de tres a cinco años.
La meta para 2030 incluye ambiciosos objetivos tecnológicos, pero también desafíos regulatorios: privacidad, grabación de imágenes, publicidad aumentada y ética en el uso cotidiano. Las previsiones internas apuntan a que hasta un 25% de los usuarios podrían migrar al uso habitual de estas gafas inteligentes, aunque por ahora se trata solo de una proyección preliminar.
El mayor reto: ganar confianza y utilidad
Más allá de los avances técnicos, el éxito de esta transición dependerá de la aceptación social. La comodidad, el precio accesible y la percepción de privacidad serán claves para convencer a los usuarios. Meta necesita demostrar que estas gafas no son solo un accesorio futurista, sino una herramienta útil y confiable para la vida diaria.
En un mundo cada vez más conectado, Zuckerberg quiere que dejemos de mirar hacia abajo y empecemos a mirar hacia adelante —literalmente— a través de unas gafas que podrían redefinir el futuro de la comunicación personal.