La guerra por el talento en la era de la IA

De startups millonarias a fichajes individuales por millones

Desde el auge explosivo de ChatGPT en 2022, la inteligencia artificial ha reconfigurado por completo el mercado laboral tecnológico. Las grandes empresas como Google, Microsoft, Meta y Amazon ya no compiten únicamente por desarrollar el mejor modelo, sino también por captar al talento humano detrás de los avances más disruptivos. En lugar de adquirir startups completas, estas compañías están desembolsando cifras astronómicas para contratar a investigadores clave, lo que ha generado una nueva forma de competencia: el reverse-acquihire.

Casos como el de Meta, que pagó 14.800 millones de dólares por el 49% de Scale AI con la intención de atraer a Alexandr Wang, o el de Microsoft fichando a Mustafa Suleyman desde Inflection, confirman que el valor ya no reside tanto en la empresa como en la mente de quien la lidera. Incluso proyectos sin producto, como Thinking Machine de Mira Murati o Safe Superintelligence de Ilya Sutskever, logran valoraciones multimillonarias solo por su equipo fundador.

Fichajes estratégicos frente a riesgos regulatorios

El motivo de esta estrategia es doble. Por un lado, la rapidez: incorporar talento listo para liderar laboratorios internos de IA. Por otro, eludir la complejidad legal de adquirir empresas completas, lo que desencadenaría investigaciones antimonopolio. Estados Unidos ya ha condenado a Google por abuso de posición dominante, y la amenaza de obligar a vender Chrome sigue sobre la mesa. Frente a este entorno, fichar personas, aunque cueste cientos de millones, resulta menos arriesgado y más eficiente.

Ejemplos como el acuerdo de Google con Windsurf (2.400 millones de dólares) o con Character.AI (2.700 millones) lo demuestran. En ambos casos, la prioridad no era la tecnología como tal, sino incorporar al fundador y su equipo de élite. Incluso Amazon ha seguido esta ruta, absorbiendo a gran parte del equipo de Adept, liderado por David Luan, sin necesidad de comprar la empresa en su totalidad.

Startups huérfanas tras la marcha de sus fundadores

Pero esta guerra deja daños colaterales. Cuando los fundadores se marchan, las startups que dejan atrás entran en crisis. Es lo que ocurrió con Windsurf, cuya plantilla esperaba ser adquirida por OpenAI y se encontró en cambio con la marcha inesperada de sus líderes a Google. La desorientación fue total: llanto, incertidumbre y una organización que perdió su alma sin una transición clara.

El fenómeno pone en cuestión la sostenibilidad de las compañías emergentes en un entorno donde las grandes tecnológicas no compran, sino que seleccionan talentos. Lo que queda atrás, como en Windsurf, puede ser comprado por terceros como Cognition AI, pero ya sin el impulso ni el propósito original.

Meta lidera una guerra salarial sin precedentes

Meta se ha posicionado como el jugador más agresivo. Ha ofrecido entre 100 y 300 millones de dólares como bono de contratación a investigadores de OpenAI, desatando una guerra salarial que no tiene precedentes en Silicon Valley. Para muchos, puede parecer una locura. Pero expertos como Laszlo Bock, exvicepresidente de recursos humanos de Google, lo ven como una inversión estratégica: más rentable que comprar empresas enteras y más seguro en un entorno donde las compras masivas están bajo vigilancia política y legal.

Esta tendencia podría marcar el futuro del ecosistema tecnológico. En lugar de construir compañías, los investigadores de IA se convierten en productos en sí mismos, con valoraciones superiores a las de muchas startups. Para las big tech, cada cerebro vale oro, y la era de los unicornios unipersonales podría estar apenas comenzando.