Una línea roja que parece desdibujarse
En otro giro controvertido, el presidente Donald Trump insinuó en julio la posibilidad de destituir a Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, un movimiento que durante años fue considerado impensable. Lo sorprendente no fue solo el planteamiento en sí, sino la tibia reacción de los mercados financieros, que apenas se inmutaron frente a una amenaza directa a la independencia del banco central de Estados Unidos.
La idea de que un presidente pueda intervenir de forma tan directa en una institución clave para la estabilidad económica, como la Reserva Federal, era vista hasta hace poco como una “línea roja” inviolable. Sin embargo, la ausencia de una caída significativa en los mercados bursátiles sugiere que esa línea podría haberse vuelto más simbólica que real.
¿Trump se detiene o simplemente tantea el terreno?
El episodio comenzó con un comentario informal de Trump ante legisladores, donde mostró un supuesto borrador de carta de despido para Powell. Aunque horas después declaró que era “altamente improbable” que lo destituyera, la señal ya estaba dada. Algunos analistas ven en este tipo de declaraciones una estrategia recurrente: lanzar amenazas drásticas y luego retractarse si la reacción del mercado es negativa. Es lo que muchos llaman el “TACO trade” (Trump Always Chickens Out).
Este patrón ha generado una especie de inmunidad emocional en los inversionistas. Según varios expertos, los operadores ya no responden con pánico a las salidas de tono del presidente, sino que esperan el típico retroceso o la versión suavizada de las medidas. Como resultado, incluso ideas disruptivas como el despido de Powell ya no generan el impacto que solían provocar.
La desconexión entre Wall Street y la institucionalidad
Lo más inquietante no es tanto el intento de despido en sí, sino el aparente desinterés del mercado bursátil. Mientras que el dólar y los bonos mostraron reacciones moderadas, las acciones siguieron cerca de máximos históricos. Algunos expertos advierten que esta calma aparente podría reflejar una peligrosa indiferencia ante la politización de la política monetaria.
Para muchos, lo que pesa más en la balanza es la expectativa de tasas de interés más bajas, la principal exigencia de Trump a la Fed. La posibilidad de una política monetaria más laxa seduce a los inversionistas, incluso si eso implica socavar la independencia del banco central. Esta actitud pone en entredicho la coherencia de los mercados, que parecen premiar el resultado inmediato por encima de la estabilidad institucional a largo plazo.
¿Un ensayo silencioso del poder presidencial?
Algunos analistas sugieren que el comentario de Trump fue una especie de globo de ensayo para medir la tolerancia del mercado. La falta de reacciones fuertes podría animarlo a avanzar en esa dirección. Para figuras del sector como Steve Sosnick, el mensaje es claro: si los mercados no castigan estos gestos, el Ejecutivo podría sentirse más libre para seguir probando los límites del sistema.
La independencia del banco central ha sido históricamente uno de los pilares fundamentales de la economía estadounidense. Sin embargo, si la lógica del “todo vale mientras suban las acciones” continúa predominando, los riesgos estructurales podrían emerger tarde o temprano. La pregunta ahora es si el mercado sabrá reaccionar a tiempo o si solo lo hará cuando el daño institucional sea irreversible.