Una tasa de paro estructuralmente elevada
España sigue mostrando una de las tasas de desempleo más altas de la Unión Europea y de los países de la OCDE. Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del INE, el paro se situó en el 10,3% en el segundo trimestre del año, incluso dejando de lado la distorsión estadística de los contratos fijos discontinuos. Esta situación refleja una debilidad estructural en el mercado laboral que frena el crecimiento y merma la competitividad.
El absentismo laboral, una tendencia creciente
A esta problemática se suma el fuerte impacto del absentismo laboral. Un informe de la Fundación Civismo revela que España encabezó en 2023 el ranking europeo de ausencias laborales, con un 6,5% de trabajadores que no acudieron a sus puestos, frente al 4,7% de media en la UE. Países como Alemania (4,8%), Italia (4,2%) y Países Bajos (4,3%) muestran tasas notablemente inferiores. Además, la tendencia española se ha agravado desde 2019, alejándose cada vez más de la media europea.
Civismo señala causas estructurales como la organización del sistema de bajas médicas, el envejecimiento de la población activa y el peso del sector sanitario y social en el empleo. La OCDE respalda estas conclusiones al destacar que España tiene una de las duraciones medias más largas de las bajas, lo que multiplica los días laborales perdidos.
Un sistema público que impulsa el gasto
La Fundación también resalta que el papel central del sistema público de Seguridad Social en la financiación y gestión de las bajas médicas fomenta una mayor prevalencia de procesos de incapacidad temporal. Esto, junto con una supervisión menos eficiente respecto a otros países europeos, agrava la situación. España destina más del 1% del PIB a prestaciones por incapacidad temporal, más del doble que la media europea (0,6%).
Impacto económico y desafío para la competitividad
El informe estima que el absentismo laboral equivale al 3% o 3,5% del PIB, lo que supera el presupuesto nacional dedicado a la universidad o a la investigación. Esta carga impacta directamente en la productividad y debilita la competitividad del tejido empresarial español. Civismo advierte que el absentismo ha dejado de ser solo un problema laboral para convertirse en un reto económico y social de primer orden, que exige reformas estructurales urgentes.